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Regreso de la pesca o Riachuelo, 1949

Quinquela Martín, Benito

Óleo sobre tela, 59 x 69 cm

Biografía:

Quinquela Martín, Benito (1890-1977)
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Regreso de la pesca o Riachuelo, 1949
Óleo sobre tela, 59 x 69 cm
Colección Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires

La vida y la obra de Quinquela Martín estuvieron indisolublemente unidas a la Boca, un barrio de rasgos peculiares.
Su llegada al mundo tuvo ribetes de leyenda. Abandonado al nacer en 1890, adoptado en 1896 por un matrimonio boquense de carboneros, se integró a la vida del trabajo de ese barrio al que la actividad portuaria le dio una fisonomía propia.
Mientras trabajaba en la carbonería familiar y pintaba, trabó amistad con el educador, periodista, músico y poeta Santiago Stagnaro, que lo inició en la lectura de Victor Hugo, Balzac, Gorki, Tolstoi, Kropotkin y Bakunin.
En 1917, lo conoció Pío Collivadino, que también pintaba en el Riachuelo, y se entusiasmó con su obra. Con sus recomendaciones comenzó a exponer en Witcomb, en el Jockey Club y en el Brasil.
En 1922 viajó a España y su vida y obra volvieron a adquirir dimensiones de leyenda, pasando de la miseria oscura de un niño abandonado a la gloria internacional: museos y coleccionistas europeos adquirieron sus cuadros. Camille Mauclair escribió críticas elogiosas en Le Figaro, y en nuestro país comenzó la polémica entre los admiradores de su pintura y la oposición de los conocedores más refinados.
En los años 1927-1928 hizo exposiciones en Nueva York y La Habana, llevando temas portuarios y episodios de fundición de acero que fueron escenas soberbias, de grandiosidad, coladas, enormes chorros de fuego. El director de la Sill Company le invitó a pintar las fundiciones de Pistburg. Pero Quinquela no aceptó, y contestó que concebía al arte como una misión patriótica, que sólo podía pintar lo suyo, lo que sentía y amaba por ser de su tierra.
Regreso de la pesca muestra inequívocamente las características de su pintura. Quinquela fue un gran colorista que pintó con una potencia emocionante la vida de los hombres que trabajan. Para expresar todo esto se creó una técnica a espátula tan brutal y sorprendente como los temas mismos. Y esto fue lo que señaló "lo moderno" de su aparición: renovó los asuntos de nuestra pintura por otros que los maestros y pintores anteriores no sospecharon.
A su barrio le devolvió a través de donaciones de terrenos para hospitales, escuelas, museos, etc., parte de lo mucho que recibió de la comunidad.

Ana María Telesca